viernes, 25 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capítulo 5

Sangre y gritos.
Sus sueños se repetían noche tras noche.

El miedo a haberse vuelto loca la perseguía.

Alice había crecido en la casa de acogida, no había recibido ningún afecto por nadie que no fuese su hermana o Thomas, y luego por Charles, su ahora exnovio.

Se sentía tan sola ahora, hechó un suspiro al aire y se levantó de la cama lentamente, esperando que los mareos diarios debidos a su baja tensión no se repitiesen.

Como cada mañana se preparó un café con leche y dos cucharadas de azúcar.
Tenia un estraño presentimiento.

Solo habían pasado dos semanas desde su ruptura con Charles, pero parecían meses.

Pasaba el día recordando los ojos azules de Charles, la miraban penetrantes.
Puede que todo fuesen imaginaciones suyas. Puede que la ruptura le hubiera afectado tanto que la hacia delirar, haciendo que su mente viese los ojos de Charles en otras personas y en los lugares mas insospechados. Pensandolo bien, ¿para que iba Charles a acecharla?

Alice se dio una larga ducha mientras pensaba en todo eso. Quizá leer tantos libros la había vuelto loca.
Pensó en ir a ver a su hermana, pero otra fugaz idea la conquistó de inmediato.

Con un abrigo negro por las rodillas, Alice se dirigía a la parte norte de Londres.
Había charcos por la calle, pero el cielo estaba despejado.
Le costó casi una hora llegar, pero finalmente llegó a la mansión Dawson.
Automáticamente se dejó llevar por un sentimiento de paz que le hizo olvidar todo lo relacionado con los ojos azules de Charles.

Entró en la parcela, cruzó en jardín por el camino de piedra, y finalmente se tocó el cuello, buscando algo en su pecho al final de una cadena de plata. Una llave de bronce de un tamaño superior al de una llave normal.
Abrió la puerta de la mansión y la invadió un olor a casa vieja, el olor de los recuerdos.
Sonrió, todo estaba como siempre, las cortinas de terciopelo rojo oscuro cubrían las ventanas, pero pequeños rayos de luz que se colaban por ellas.

Después de correr las cortinas y encender algunas lamparas de pie, se embaucó observando cada detalle de la casa como si fuese la primera vez que lo veía.
Y de pronto no se sintió tan sola, sino acogida y a salvo.

Entró en una de sus habitaciones favoritas, una especie de biblioteca.
De niña siempre le habían gustado las historias.
A veces recordaba la casa de acogida y los cuentos que cada noche su hermana le contaba, hacia volar su imaginación y se refugiaba en ellos.
Por eso quizá la biblioteca de la mansión Dawson fuese eso, un refugio, donde solo su imaginación podía hacer que pasasen cosas buenas o malas.
Un amargo pensamiento la inundó,
¿Y si quizá fuera eso lo que ahora le pasaba? Puede que su imaginación fuese el nido de todas sus paranoías.

Hizo un esfuerzo e imaginó lo que le diría Thomas si estuviese vivo.
'La vida es un sendero de locura, los cuerdos son personas sin visión, demasiado encerrados en si mismos como para disfrutar de ella'

jueves, 24 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capitulo 4.

Alice, parada ahí en medio de la acera, seguía contemplando el lugar donde segundos antes había estado el coche de Charles.
La habia mirado con aquellos ojos azules, pero no tenian el brillo de siempre.. Su mirada era triste, como el día que salió de su casa dando un portazo. Como si algo le pesara muy adentro.
Quizá él también la echara de menos.
- No, es imposible -dijo Alice para sí -ni siquiera me ha llamado.

Volvió a casa sin apenas darse cuenta, iba absorta en sus pensamientos.

Abrió la puerta y allí estaba su hermana.
- Layla, que haces aquí?
- Esperarte jaja, he venido a traer te la ropa que te dejaste en mi casa el otro día.
- Vaya, lo había olvidado por completo.
- Alice, te pasa algo? -Dijo Layla mientras ayudaba a su hermana a colocar la compra en la cocina.
- Al salir del supermercado he visto a Charles..
- Qué dices? Habéis hablado?
- No, no.. Estaba dentro de su coche, parado, me estaba mirando.
- Bueno, habrá sido casualidad, estaba solo o iba con esa universitaria?
- Estaba solo, pero parecía triste.
- No pienses mas en él, si ese cabrón no supo valorarte no es tu culpa, además, seguro que ahora se arrepiente. Ja!
Mira, esta noche vamos a salir, para que te animes.

Alice odiaba salir, el mero hecho de imaginarse una discoteca llena de gente le abrumaba, ella prefería relajarse con un buen libro o viendo una película de intriga. Pero sabia que su hermana solo trataba de animarla así que accedió.

Eran las 8 de la tarde, hacía ya dos horas que era de noche, lloviznaba.
Alice miró por la ventana y vio el coche de su hermana llegar.
Se miró una última vez en el espejo.
Hacia semanas que no se arreglaba, y ahora su reflejo parecía otra persona.

Su pelo negro le llegaba casi hasta la cintura, era liso e imposible de rizar.
Inclinó la cabeza, se lo peino por última vez con los dedos y lo dejó caer sobre su hombro izquierdo.
Le sonrió al espejo y su reflejo le devolvió la sonrisa.

Bajó a la calle y entró en el coche de Layla. Le encantaba ese coche, asientos de piel color beige, amplio, cómodo. 'Prefería quedarme en el coche que entrar en una discoteca' pensó.

- Huy, que cara de pocos amigos, jajaja si nos lo pasaremos bien.
- Sabes que no me gustan las discotecas..
- Ya se que estas pasando por un momento difícil con lo de Charles, pero tienes que animarte. Además, quien a dicho que vamos a una discoteca -dijo Layla con una sonrisa de oreja a oreja.
Alice estalló en un carcajada, que distintas eran para ser hermanas, su hermana hacia lo imposible para que esta estuviese de buen humor, y a veces se fustraba porque Alice siempre veía el lado negativo de las cosas.

Bajaron del coche, Layla la había llevado al cine, Alice sonrió. Su hermana era fácil de querer, a veces incluso la veía como a una madre.

Recordaba esa calle, pasaban a menudo cuando Thomas vivía.
Levantó la vista, ahí estaba el cine. Recordó que Thomas le había dicho que cuando él era joven ese edificio era un teatro.
Con su fachada perfectamente restaurada, parecía que no había pasado el tiempo.

Miró a su alrededor, casas señoriales adornaban la larga calle, y a lo lejos, la mansión donde las dos hermanas habían pasado los mejores años de su vida.

- Venga Alice, rápido, ya tengo las entradas.

Ya dentro de la sala, buscaron sus asientos, la película estaba s punto de empezar.
Alice se quitó la chaqueta y se giró para dejarla en el respaldo del asiento, levantó la mirada y vio unos ojos azules que la miraban desde la fila de atrás.
En ese momento apagaron las luces.

-Layla, Layla -susurro Alice- vámonos de aquí.
- Pero que dices? Va a empezar la película.
- Charles esta detrás, no te gires..
Layla se volvió bruscamente, buscando el rostro de Charles entre la multitud, pero estaba oscuro y no distinguía los rostros.
- Alice no seas paranoica, seguro que era alguien que se le parecía.

Al acabar la película encendieron las luces de nuevo. Alice se giró esperando encontrar de nuevo esos ojos azules, pero en su lugar había una pareja levantandose ya del asiento.

¿Había sido una alucinación?

viernes, 18 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capitulo 3

Capitulo 3

Todo su alrededor estaba cubierto de sangre, sus gritos retumbaban en las paredes. Alguien lloraba.

Esa mañana Alice despertó más desorientada de lo normal. Miró a su alrededor, estaba en su habitación.
Habia tenido un sueño de lo más desagradable.
Ya volvía a tener pesadillas.
Lo de Charles le había afectado mucho más de lo que pensaba.

Aun en la cama, se incorporó, y puso los pies en el suelo. Tardó unos minutos en ponerse de pie, siempre se mareaba al levantarse.
En el baño, se miró en el espejo.
Su reflejo, cansado y palido, la miraba desde el cristal.
Respiró hondo tres veces y se lavó la cara.

Había algo raro en la manera en la que Charles le había hablado. Ahora, más calmada, repasaba los detalles de la conversación.
Se sentía sola, insegura y débil.
No sabia que pensar sobre Charles, no sabia si buscarle, llamarle por teléfono o simplemente odiarle por haberla dejado por aquella chica de la universidad.

La chica se llamaba Lorette, y estudiaba con Charles en la universidad.
Por lo que había oído de ella, sus padres vivían en Francia, y ella había venido a Inglaterra para estudiar, aunque hablaba sorprendentemente bien el ingles.
Era rubia y muy guapa, a Alice no le sorprendía que Charles la hubiera era preferido a ella..

Alice se sentó en una silla de la cocina, tenia hambre. Abrió la nevera esperando encontrar algo para desayunar. Allí dentro solo había un triste tomate y un tarro de mermelada.
No le quedaba más remedio que salir a comprar.

Se puso un viejo chandal y las zapatillas más cómodas que encontró y salió a la calle. Cualquiera diría que su situación económica superaba a la de cualquier londinense.
Alice nunca gastaba mucho dinero, solo lo suficiente para la comida.

No llovía pero estaba nublado, el tiempo parecía estar siempre en armonía con su humor.

A la salida de la tienda, a Alice le pareció ver una cara conocida. Unos ojos tristes le observaban desde la ventanilla de un coche.
Alguien la empujó por detrás y Alice se dio la vuelta. Una señora mayor había tropezado con sus bolsas.
Alice miró en la anterior dirección buscando aquellos ojos tristes, pero el coche ya no estaba. ¿Charles la estaba espiando? ¿O quizás solo había sido una casualidad?