lunes, 11 de noviembre de 2013

Lluvia de Invierno. Capitulo 7.

- ¿Puede indicarme su nombre completo?
- Benjamin, Benjamin Ages, pero no me llame así por favor, demasiado formal, llamenme Ben - dijo guiñando un ojo.

Los tres pasaron al interior del bloque, subieron al ascensor y en la primera planta bajaron.

Joanna Miller, con ropa muy formal para su edad y unas gafas con montura marrón aparentaba al menos 10 años más de los que tenia. Por su aspecto, debía estar entregada a su trabajo. Mientras le mostraba el piso al chico su boca se movia muy rápido, y sonreía sin despegar los finos labios después de cada frase.
Sin embargo, Ben Ages tenia todo el tiempo una sonrisa enorme en la boca, su pelo negro se movía con cada movimiento de su cabeza. Llevaba unos vaqueros oscuros y una cazadora de cuero marrón.

El piso parecia impresionarle a Ben. A Alice le pareció ironico. La verdad es que ella lo llamaba su 'pequeño piso', porque así lo parecía comparado con la mansión Dawson, aunque en realidad era bastante más grande que un piso estándar.

No había dejado de mirarlo desde que habian entrado. No sabía que era pero le atraía profundamente, quizá fuese su forma de hablar o de sonreír..

- Creo que me lo quedo, necesitaría instalarme lo más pronto posible, ya saben, por motivos de trabajo y demás.
Me da igual si eso incrementa el precio, le pagaré lo que me pida.
- Bueno, si es asi podríamos quedar la semana que viene para cerrar la venta - dijo Joanna complacida.
- ¿No podria ser antes? ¿Mañana por ejemplo? - insistió él.
- Bueno, solo si a Alice le viene bien.
- Sssi, si, claro - Balbuceó Alice sintiéndose estúpida.
Ben la miró y le dedicó otra de sus sonrisas.
- Perfecto entonces - dijo él dando por terminada la visita.

Salieron del edificio, ya había oscurecido. Llovía.

- Maldita sea, he venido caminando - dijo Alice mirando el cielo.
- Yo llevo paraguas, la inmobiliaria está a dos calles de aquí, desde allí podras llamar a tu hermana para que venga a recogerte.
- Yo puedo llevarte - dijo Ben señalando su coche.
La idea pareció contrariar a Alice, esa escena le recordaba el día que conoció a Charles, también se habia ofrecido a llevarla en su coche, terminó enamorandose y al final él le hizo daño.
Pero una sensación de adrenalina en su interior le hizo aceptar la invitación del extraño.

Entonces recordó una frase que Thomas le decía a menudo 'Es curioso como a veces hacemos las cosas sin pensar, guiandonos solo por nuestro instinto'

Ben se quitó la cazadora de cuero y la puso sobre los hombros de Alice.
- Cubrete - dijo sonriendo.
'¿Porque siempre sonrie?' Se preguntó Alice escondiendo la cabeza bajo la cazadora del extraño.
Alice se despidió de Joanna y se giró bruscamente precipitandose al interior del coche.. Pero allí estaba Ben, mojandose en la lluvia, abriendole la puerta del coche. Alice soltó una carcajada seguido de un 'Gracias'.

Tenia los ojos marrones, con las lineas de expresión alrededor de la boca por su continua sonrisa.
- Tu no eres de por aquí, no? - Se le ocurrió preguntar, esperaba no haber sonado brusca.
- En efecto, ¿como lo has sabido?
- Tu apellido no es muy común.
- Cierto, me crié en Achville, una pequeña aldea al Norte. Pero cuéntame, ¿por que quieres vender el piso? ¿te mudas?
- Bueno, ehh.. cosas personales vuelvo a mi antigua casa.
- Pues tu dirás, ¿a donde te llevo?
- Todo a la derecha, y sigue recto - Alice le iba dando indicaciones para llegar a la mansión - No es por aquí, he dicho a la derecha.
- Es que aquí hay una buena cafetería, he pensado que podríamos parar a tomar algo hasta que pare la lluvia - miró a Alice como esperando su aprobación.
Esta sonrió, y accedió.

La cafetería, con la fachada de madera, tenia a ambos lados de la puerta dos escaparates llenos de dulces y pastas. Las mesas, en su interior, pequeñas y redondas, le daban al lugar un toque acogedor.
La dependienta, una mujer de unos 60 años se acercó y saludó efusivamente.
- Benjamin, ¡que alegría verte! ¿Y quien es ella? ¿Por fin has encontrado a tu chica ideal?
- Buenas tardes Malva - rió - es solo una amiga- dijo mirando a Alice.
- ¿Que queréis tomar? -dijo la mujer colocandose correctamente el pequeño delantal blanco.
- Yo un té - dijo rápidamente Ben - ¿y tu?
- Otro - contestó Alice.
- Y.. Malva, ¿puedes acercarme el periódico? - pidió Ben.
Encima de la mesa de al lado había un periódico, Malva lo cogió y dijo:
- ¿Os habéis enterado ya de lo de esa chica que usaba gotas para los ojos para envenenar a sus parejas?

Malva dejó el periódico sobre la mesa de Alice y Ben. Alice compezó a hiperventilar. Junto al titular 'Mataba a sus víctimas con gotas oftalmológicas diluidas en bebidas alcoholicas' había una fotografía en blanco y negro de una chica rubia. Era Lorette.

Lluvia de Invierno. Capitulo 6.

- Parece mentira las cosas que se guardan en solo 2 años.
- Si, verdad? Tampoco es que me llevara tantas cosas de la mansión.
- Con los libros que te compras al mes es normal que tengas las estanterias llenas jajaja - dijo riendo Layla.

La visita de Alice a la mansión Dawson le había recordado antiguas sensaciones y había decidido volver a vivir allí, así que puso el pequeño piso en venta.

- Alice ¿Piensas a llevartelo todo allí?
- No, los muebles los dejo, supongo que así será mas fácil de vender.
- ¿Quieres que me encargue yo del piso? Tengo una amiga que trabaja en una inmobiliaria, la conocí en aquel concurso de fotografía.
- Si, la recuerdo, Joanna Miller. Claro, me parece bien, quiero deshacerme rápido de el.
- Esta caja es de las cosas que se dejó Charles - dijo Layla señalando una caja de cartón - Mmm, por eso vendes el piso, te recuerda a él.
Layla no lo estaba preguntando, era una afirmación, conocía demasiado a su hermana.
Y tenia razón, cada vez que Alice entraba en el salón miraba inconscientemente la silla donde Charles se solía sentar.
Ahora, de vuelta a la mansión Dawson, no relacionaría objetos con él y sería más fácil olvidarlo.

Nunca había contado a nadie como se habían conocido. Fue amor a primera vista. Siempre recordaba aquel dia como uno de los mejores de su vida, aunque ahora ya no sabia si debía recordarlo asi.

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Alice había salido de la mansión con prisa, había quedado con el que le iba a vender el piso, un tal Hamill. Y llegaba tarde.
Nerviosa y apresurada tropezó con un chico rubio que estaba cerrando el maletero de su coche.
Se disculpó rápidamente por su torpeza y siguió caminando todo lo rápido que podía.
- Espera, espera ¿Puedo ayudarte? -Dijo el chico rubio unos metros detrás de Alice.
Sin saber como, Alice se encontraba subida al coche de aquel guapo desconocido. Su voz le parecia familiar. Ahora le veía de cerca, tenia los ojos azules, tenían un brillo especial y su sonrisa perfecta.
Sin conocerla de nada él se había ofrecido a llevarla donde Alice le iba indicando.
Cuando llegaron, Alice pensó que no le volvería a ver más, pero él interrumpió sus pensamientos diciendo algo que ninguno esperaba.
- Que casualidad, yo también tengo una cita en esta calle jaja, puedo saber tu nombre?
- Alice - respondió - Alice Dawson.
- ¿Dawson? Jajaja, vamos, creo que querrás ver el piso antes de comprarlo.

Así es, Charles Hamill era el dueño del piso.
Tuvieron una larga charla, y después de ver la casa, él la invitó a cenar a un restaurante cercano.

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Layla llamó a la inmobiliaria, habló con su amiga y esta acordó llamarla si había novedades respecto a la venta del piso.

La semana transcurrió con normalidad, Alice no había vuelto a ver a Charles en ningún sitio raro, y la verdad es que apenas había pensado en él.
Layla la llamó por la mañana para decirle que su amiga Joanna habia encontrado un posible comprador y le venia bien ver el piso esa tarde, pero que ella no podia ir, tenia que hacer unas fotos para una revista.

Alice aceptó ir, al fin y al cabo el piso era suyo, y era ella quien debía venderlo.

Comió, se vistió, se puso el abrigo negro, se peinó el pelo con los dedos como siempre hacia y lo echó todo para un lado.

Cuando llegó al piso, Joanna estaba esperandola en el soportal.
- Hola, buenas tardes, soy Alice Dawson.
- Lo se, eres igual a tu hermana - dijo Joanna con una sonrisa - el comprador tiene que estar al llegar.

Pocos segundos después, un coche aparcó ante ellas, se abrió la puerta y un chico moreno las saludó alegremente.
Llevaba gafas de sol, debía rondar los 25 años.
- Hola, me llamo Ben -dijo el chico con una melodiosa voz.
El corazón de Alice comenzó a latir más rápido. Ben se quitó las gafas de sol y la miró sonriente. De pronto, como si alguien hubiera borrado todas sus penas Alice esbozó una pequeña sonrisa y se ruborizó.

viernes, 25 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capítulo 5

Sangre y gritos.
Sus sueños se repetían noche tras noche.

El miedo a haberse vuelto loca la perseguía.

Alice había crecido en la casa de acogida, no había recibido ningún afecto por nadie que no fuese su hermana o Thomas, y luego por Charles, su ahora exnovio.

Se sentía tan sola ahora, hechó un suspiro al aire y se levantó de la cama lentamente, esperando que los mareos diarios debidos a su baja tensión no se repitiesen.

Como cada mañana se preparó un café con leche y dos cucharadas de azúcar.
Tenia un estraño presentimiento.

Solo habían pasado dos semanas desde su ruptura con Charles, pero parecían meses.

Pasaba el día recordando los ojos azules de Charles, la miraban penetrantes.
Puede que todo fuesen imaginaciones suyas. Puede que la ruptura le hubiera afectado tanto que la hacia delirar, haciendo que su mente viese los ojos de Charles en otras personas y en los lugares mas insospechados. Pensandolo bien, ¿para que iba Charles a acecharla?

Alice se dio una larga ducha mientras pensaba en todo eso. Quizá leer tantos libros la había vuelto loca.
Pensó en ir a ver a su hermana, pero otra fugaz idea la conquistó de inmediato.

Con un abrigo negro por las rodillas, Alice se dirigía a la parte norte de Londres.
Había charcos por la calle, pero el cielo estaba despejado.
Le costó casi una hora llegar, pero finalmente llegó a la mansión Dawson.
Automáticamente se dejó llevar por un sentimiento de paz que le hizo olvidar todo lo relacionado con los ojos azules de Charles.

Entró en la parcela, cruzó en jardín por el camino de piedra, y finalmente se tocó el cuello, buscando algo en su pecho al final de una cadena de plata. Una llave de bronce de un tamaño superior al de una llave normal.
Abrió la puerta de la mansión y la invadió un olor a casa vieja, el olor de los recuerdos.
Sonrió, todo estaba como siempre, las cortinas de terciopelo rojo oscuro cubrían las ventanas, pero pequeños rayos de luz que se colaban por ellas.

Después de correr las cortinas y encender algunas lamparas de pie, se embaucó observando cada detalle de la casa como si fuese la primera vez que lo veía.
Y de pronto no se sintió tan sola, sino acogida y a salvo.

Entró en una de sus habitaciones favoritas, una especie de biblioteca.
De niña siempre le habían gustado las historias.
A veces recordaba la casa de acogida y los cuentos que cada noche su hermana le contaba, hacia volar su imaginación y se refugiaba en ellos.
Por eso quizá la biblioteca de la mansión Dawson fuese eso, un refugio, donde solo su imaginación podía hacer que pasasen cosas buenas o malas.
Un amargo pensamiento la inundó,
¿Y si quizá fuera eso lo que ahora le pasaba? Puede que su imaginación fuese el nido de todas sus paranoías.

Hizo un esfuerzo e imaginó lo que le diría Thomas si estuviese vivo.
'La vida es un sendero de locura, los cuerdos son personas sin visión, demasiado encerrados en si mismos como para disfrutar de ella'

jueves, 24 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capitulo 4.

Alice, parada ahí en medio de la acera, seguía contemplando el lugar donde segundos antes había estado el coche de Charles.
La habia mirado con aquellos ojos azules, pero no tenian el brillo de siempre.. Su mirada era triste, como el día que salió de su casa dando un portazo. Como si algo le pesara muy adentro.
Quizá él también la echara de menos.
- No, es imposible -dijo Alice para sí -ni siquiera me ha llamado.

Volvió a casa sin apenas darse cuenta, iba absorta en sus pensamientos.

Abrió la puerta y allí estaba su hermana.
- Layla, que haces aquí?
- Esperarte jaja, he venido a traer te la ropa que te dejaste en mi casa el otro día.
- Vaya, lo había olvidado por completo.
- Alice, te pasa algo? -Dijo Layla mientras ayudaba a su hermana a colocar la compra en la cocina.
- Al salir del supermercado he visto a Charles..
- Qué dices? Habéis hablado?
- No, no.. Estaba dentro de su coche, parado, me estaba mirando.
- Bueno, habrá sido casualidad, estaba solo o iba con esa universitaria?
- Estaba solo, pero parecía triste.
- No pienses mas en él, si ese cabrón no supo valorarte no es tu culpa, además, seguro que ahora se arrepiente. Ja!
Mira, esta noche vamos a salir, para que te animes.

Alice odiaba salir, el mero hecho de imaginarse una discoteca llena de gente le abrumaba, ella prefería relajarse con un buen libro o viendo una película de intriga. Pero sabia que su hermana solo trataba de animarla así que accedió.

Eran las 8 de la tarde, hacía ya dos horas que era de noche, lloviznaba.
Alice miró por la ventana y vio el coche de su hermana llegar.
Se miró una última vez en el espejo.
Hacia semanas que no se arreglaba, y ahora su reflejo parecía otra persona.

Su pelo negro le llegaba casi hasta la cintura, era liso e imposible de rizar.
Inclinó la cabeza, se lo peino por última vez con los dedos y lo dejó caer sobre su hombro izquierdo.
Le sonrió al espejo y su reflejo le devolvió la sonrisa.

Bajó a la calle y entró en el coche de Layla. Le encantaba ese coche, asientos de piel color beige, amplio, cómodo. 'Prefería quedarme en el coche que entrar en una discoteca' pensó.

- Huy, que cara de pocos amigos, jajaja si nos lo pasaremos bien.
- Sabes que no me gustan las discotecas..
- Ya se que estas pasando por un momento difícil con lo de Charles, pero tienes que animarte. Además, quien a dicho que vamos a una discoteca -dijo Layla con una sonrisa de oreja a oreja.
Alice estalló en un carcajada, que distintas eran para ser hermanas, su hermana hacia lo imposible para que esta estuviese de buen humor, y a veces se fustraba porque Alice siempre veía el lado negativo de las cosas.

Bajaron del coche, Layla la había llevado al cine, Alice sonrió. Su hermana era fácil de querer, a veces incluso la veía como a una madre.

Recordaba esa calle, pasaban a menudo cuando Thomas vivía.
Levantó la vista, ahí estaba el cine. Recordó que Thomas le había dicho que cuando él era joven ese edificio era un teatro.
Con su fachada perfectamente restaurada, parecía que no había pasado el tiempo.

Miró a su alrededor, casas señoriales adornaban la larga calle, y a lo lejos, la mansión donde las dos hermanas habían pasado los mejores años de su vida.

- Venga Alice, rápido, ya tengo las entradas.

Ya dentro de la sala, buscaron sus asientos, la película estaba s punto de empezar.
Alice se quitó la chaqueta y se giró para dejarla en el respaldo del asiento, levantó la mirada y vio unos ojos azules que la miraban desde la fila de atrás.
En ese momento apagaron las luces.

-Layla, Layla -susurro Alice- vámonos de aquí.
- Pero que dices? Va a empezar la película.
- Charles esta detrás, no te gires..
Layla se volvió bruscamente, buscando el rostro de Charles entre la multitud, pero estaba oscuro y no distinguía los rostros.
- Alice no seas paranoica, seguro que era alguien que se le parecía.

Al acabar la película encendieron las luces de nuevo. Alice se giró esperando encontrar de nuevo esos ojos azules, pero en su lugar había una pareja levantandose ya del asiento.

¿Había sido una alucinación?

viernes, 18 de octubre de 2013

Lluvia de invierno. Capitulo 3

Capitulo 3

Todo su alrededor estaba cubierto de sangre, sus gritos retumbaban en las paredes. Alguien lloraba.

Esa mañana Alice despertó más desorientada de lo normal. Miró a su alrededor, estaba en su habitación.
Habia tenido un sueño de lo más desagradable.
Ya volvía a tener pesadillas.
Lo de Charles le había afectado mucho más de lo que pensaba.

Aun en la cama, se incorporó, y puso los pies en el suelo. Tardó unos minutos en ponerse de pie, siempre se mareaba al levantarse.
En el baño, se miró en el espejo.
Su reflejo, cansado y palido, la miraba desde el cristal.
Respiró hondo tres veces y se lavó la cara.

Había algo raro en la manera en la que Charles le había hablado. Ahora, más calmada, repasaba los detalles de la conversación.
Se sentía sola, insegura y débil.
No sabia que pensar sobre Charles, no sabia si buscarle, llamarle por teléfono o simplemente odiarle por haberla dejado por aquella chica de la universidad.

La chica se llamaba Lorette, y estudiaba con Charles en la universidad.
Por lo que había oído de ella, sus padres vivían en Francia, y ella había venido a Inglaterra para estudiar, aunque hablaba sorprendentemente bien el ingles.
Era rubia y muy guapa, a Alice no le sorprendía que Charles la hubiera era preferido a ella..

Alice se sentó en una silla de la cocina, tenia hambre. Abrió la nevera esperando encontrar algo para desayunar. Allí dentro solo había un triste tomate y un tarro de mermelada.
No le quedaba más remedio que salir a comprar.

Se puso un viejo chandal y las zapatillas más cómodas que encontró y salió a la calle. Cualquiera diría que su situación económica superaba a la de cualquier londinense.
Alice nunca gastaba mucho dinero, solo lo suficiente para la comida.

No llovía pero estaba nublado, el tiempo parecía estar siempre en armonía con su humor.

A la salida de la tienda, a Alice le pareció ver una cara conocida. Unos ojos tristes le observaban desde la ventanilla de un coche.
Alguien la empujó por detrás y Alice se dio la vuelta. Una señora mayor había tropezado con sus bolsas.
Alice miró en la anterior dirección buscando aquellos ojos tristes, pero el coche ya no estaba. ¿Charles la estaba espiando? ¿O quizás solo había sido una casualidad?

sábado, 28 de septiembre de 2013

Lluvia de invierno. Capitulo 1 y 2

Prólogo:

Soy posiblemente la persona menos indicada para hablar de amor.
Si bien relacionais el amor con el dolor puede que sea la persona correcta para hablar del tema.

El amor; a cuantas personas hace felices y a cuantas las destruye por dentro. Tened en cuenta que hay varios tipos de amor.
Existe al amor platónico, el amor propio, el amor a tus padres, el amor a los amigos, y por supuesto el amor a una pareja. El dolor depende, por supuesto, de quien te enamores.

Os contaré una historia de amor, diferente a cuantas conozcais. Una historia que dejando a un lado su base verídica, me gustaria que conocieseis.
 
Capitulo 1

«El frio viento de diciembre soplaba por las calles de su ciudad, agitando su pelo negro como el carbon.
Alice se arrepentia de haber salido de casa sin su abrigo.
Apresurada y muy nerviosa, se dirigía a casa de su hermana para contarle que sus multiples corazonadas no habían sido solo una simple sensación.

Alice vivía sola, nunca se habia planteado la opción de vivir con Charles, era muy reservada y maniatica.
Mentiría si no dijera que tal forma de pensar venia de haberse criado en una familia rota.
La joven se había encerrado en si misma desde pronta edad y nadie había sido capaz de penetrar esos muros, excepto su hermana.

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La hermana de Alice, Layla, era la única familia que le quedaba a la joven.
Abandonadas en una casa de caridad, ambas hermanas pasaron por momentos muy duros, ya que pese a su nombre, la casa de caridad no mostraba ni un ápice de bondad a las dos hermanas.

Layla, un año mayor que Alice, tuvo que empezar a trabajar a los 12 años, ya que la comida que les daban las monjas era insuficiente para ambas.
Era irónico que mujeres que entregaban su vida a dios para hacer de este un mundo mejor, ignorasen el hambre de los 53 niños los cuales tenían a su cuidado.

Había tantas cosas que Alice no entendía, el solo hecho de recordar el porque de que ambas estuviesen allí le hacia sentir un rencor increíble hacia sus padres. Pero ese sentimiento amargo se desvanecia cada vez que su hermana le contaba un cuento por las noches antes de irse a dormir.

Quizá el odio hacia sus padres es lo que a Alice le hacia aguantar en ese infierno.
Por lo contrario, Layla no sentía rencor, había aprendido a ver las cosas buenas de la vida, por pocas que fuesen. Tenia a Alice a su lado, no estaba sola, y eso siempre fue para ella un incentivo para poder continuar.

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Había empezado a llover, aun tenia que cruzar 3 calles para llegar a casa de Layla. El viento azotaba su cara. Tenia los pies mojados. Los coches que pasaban por la calle, la salpicaban. Su humor iba empeorando de camino a casa de su hermana.

Pese a la lluvia y la niebla espesa, a lo lejos podia ver una luz. Layla tenia la puerta abierta y la esperaba en el soportal.
Alice subió los cuatro escalones y se cobijó de la lluvia junto a Layla, que la invitó a pasar.

- Te abrazaria -dijo Alice- pero estoy empapada, me ha pillado la lluvia de camino..
- Bueno, ¿que era lo que querías contarme? -dijo Layla poniendo sobre los hombros de su hermana una manta color purpura- Te he notado muy nerviosa por teléfono.
- Es Charles, me ha dejado, me ha dicho que no me entiende, y al parecer, nadie lo hace..
- Mmm.. pero, ¿habeis discutido?
- Ha sido algo extraño, estabamos hablando como siempre, y de pronto ha empezado a decirme que ya no estaba seguro de lo que sentía, que no me entiende, que estoy muy distante con el y que lo mejor seria no vernos más.
- Vaya, ha sido bastante borde, pero tal vez solo tenia un mal día y lo ha pagado contigo Alice, ya verás como no tarda en llamarte para arreglar las..
- No Layla no -la cortó Alice- después de decirme todo eso ha salido de mi casa dando un portazo, quisiera haberle seguido, pero iba en pijama, así que me he asomado por la ventana para llamarle, pero no estaba solo Layla, iba con esa chica de la universidad.
- Oh dios mio, pero si el te juró que no la conocia.
- Pues esta claro que mentía. Me ha tenido engañada todos estos meses, cuando por fin logro confiar en alguien me falla de esta manera..
- Nunca se que decir en estos casos. Pero no te preocupes, ese cabrón no te merecia.
- Tal vez el problema sea yo Layla, todo
el mundo acaba huyendo de mi..
- Pero que tonterías dices! -la cortó su hermana- ese cabrón se veía con la universitaria, el problema no eres tu, es él, que es un inmoral. Y aun tiene los cojones de ir a tu casa y hacerte sentir culpable.

La habitación se quedó en silencio. Bajo aquella manta purpura, la ropa de Alice seguía mojada. Layla la miró con ternura, y Alice le devolvió la mirada, una mirada de agradecimiento.
Ambas con el pelo negro como el carbón y la tez muy blanca, eran bastante parecidas. Pese a llevarse un año de diferencia, Layla había criado a Alice como a una hija, siempre ocupándose de ella y trabajando por las dos en ocasiones.
Era mas delgada que Alice. Los huesos de los pomulos marcados en su cara la hacían aparentar mas años de los que tenia.

Alice se puso unos leggins a rayas de su hermana y una sudarera que esta le prestó. La ropa seca la hizo sentirse en parte protegida y a salvo.

Layla insistió en que Alice se quedara a dormir.
Solía soñar con su traumatica infancia en la casa de caridad, pero esa noche durmió de un tirón, sin pesadillas que le atormentasen.

Capitulo 2

Cuando despertó, su hermana seguía dormida. Caminó lenta y cuidadosamente hasta el salón, lleno de fotografías que Layla había hecho.
Layla era fotógrafa, todas sus fotos solían plasmar un sentimiento o emoción. A veces, viendolas, Alice se calmaba, le hacían reflexionar.

Entre dos imágenes de paisajes, había una foto que le llamó la atención.
Un hombre mayor con la mirada apacible, sonreía desde la fotografía. Alice sonrió, era Thomas. Le vinieron a la mente recuerdos breves pero felices.

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Thomas Dawson era un hombre de unos 70 años, no tenia hijos, y era ya viudo. Tenia alzheimer, una enfermedad degenerativa de la memoria.

Había ido a la casa de caridad, y había adoptado a Layla y Alice cuando tenían 17 y 16 años respectivamente.
Lo único que tenían que hacer a cambio era cuidarlo hasta que muriese.

Las dos hermanas, deseosas de salir de la casa de caridad, aceptaron. Thomas era un hombre adinerado, con muchas propiedades e influencias. Ese hombre fue una bendición para ellas, las trataba como si de sus hijas se tratasen, e incluso les dio su apellido. Al no tener herederos, decidió por ello, dejarles todo a las dos hermanas.

Cinco años después Thomas falleció.
Layla y Alice, solas en la mansión Dawson lo pasaron muy mal, notaban el gran vacio de Thomas, que había sido la única persona que se había portado bien con ellas y les había dado un futuro.

Layla se empezó a dedicar profesionalmente a la fotografia y se compró una casa en las afueras para huir de la casa donde había sido tan feliz.
Alice se quedó sola en la mansión durante unos meses, luego siguió los pasos de su hermana y se compro un piso pequeño. Se sentía culpable gastandose la herencia de Thomas.

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