lunes, 11 de noviembre de 2013

Lluvia de Invierno. Capitulo 7.

- ¿Puede indicarme su nombre completo?
- Benjamin, Benjamin Ages, pero no me llame así por favor, demasiado formal, llamenme Ben - dijo guiñando un ojo.

Los tres pasaron al interior del bloque, subieron al ascensor y en la primera planta bajaron.

Joanna Miller, con ropa muy formal para su edad y unas gafas con montura marrón aparentaba al menos 10 años más de los que tenia. Por su aspecto, debía estar entregada a su trabajo. Mientras le mostraba el piso al chico su boca se movia muy rápido, y sonreía sin despegar los finos labios después de cada frase.
Sin embargo, Ben Ages tenia todo el tiempo una sonrisa enorme en la boca, su pelo negro se movía con cada movimiento de su cabeza. Llevaba unos vaqueros oscuros y una cazadora de cuero marrón.

El piso parecia impresionarle a Ben. A Alice le pareció ironico. La verdad es que ella lo llamaba su 'pequeño piso', porque así lo parecía comparado con la mansión Dawson, aunque en realidad era bastante más grande que un piso estándar.

No había dejado de mirarlo desde que habian entrado. No sabía que era pero le atraía profundamente, quizá fuese su forma de hablar o de sonreír..

- Creo que me lo quedo, necesitaría instalarme lo más pronto posible, ya saben, por motivos de trabajo y demás.
Me da igual si eso incrementa el precio, le pagaré lo que me pida.
- Bueno, si es asi podríamos quedar la semana que viene para cerrar la venta - dijo Joanna complacida.
- ¿No podria ser antes? ¿Mañana por ejemplo? - insistió él.
- Bueno, solo si a Alice le viene bien.
- Sssi, si, claro - Balbuceó Alice sintiéndose estúpida.
Ben la miró y le dedicó otra de sus sonrisas.
- Perfecto entonces - dijo él dando por terminada la visita.

Salieron del edificio, ya había oscurecido. Llovía.

- Maldita sea, he venido caminando - dijo Alice mirando el cielo.
- Yo llevo paraguas, la inmobiliaria está a dos calles de aquí, desde allí podras llamar a tu hermana para que venga a recogerte.
- Yo puedo llevarte - dijo Ben señalando su coche.
La idea pareció contrariar a Alice, esa escena le recordaba el día que conoció a Charles, también se habia ofrecido a llevarla en su coche, terminó enamorandose y al final él le hizo daño.
Pero una sensación de adrenalina en su interior le hizo aceptar la invitación del extraño.

Entonces recordó una frase que Thomas le decía a menudo 'Es curioso como a veces hacemos las cosas sin pensar, guiandonos solo por nuestro instinto'

Ben se quitó la cazadora de cuero y la puso sobre los hombros de Alice.
- Cubrete - dijo sonriendo.
'¿Porque siempre sonrie?' Se preguntó Alice escondiendo la cabeza bajo la cazadora del extraño.
Alice se despidió de Joanna y se giró bruscamente precipitandose al interior del coche.. Pero allí estaba Ben, mojandose en la lluvia, abriendole la puerta del coche. Alice soltó una carcajada seguido de un 'Gracias'.

Tenia los ojos marrones, con las lineas de expresión alrededor de la boca por su continua sonrisa.
- Tu no eres de por aquí, no? - Se le ocurrió preguntar, esperaba no haber sonado brusca.
- En efecto, ¿como lo has sabido?
- Tu apellido no es muy común.
- Cierto, me crié en Achville, una pequeña aldea al Norte. Pero cuéntame, ¿por que quieres vender el piso? ¿te mudas?
- Bueno, ehh.. cosas personales vuelvo a mi antigua casa.
- Pues tu dirás, ¿a donde te llevo?
- Todo a la derecha, y sigue recto - Alice le iba dando indicaciones para llegar a la mansión - No es por aquí, he dicho a la derecha.
- Es que aquí hay una buena cafetería, he pensado que podríamos parar a tomar algo hasta que pare la lluvia - miró a Alice como esperando su aprobación.
Esta sonrió, y accedió.

La cafetería, con la fachada de madera, tenia a ambos lados de la puerta dos escaparates llenos de dulces y pastas. Las mesas, en su interior, pequeñas y redondas, le daban al lugar un toque acogedor.
La dependienta, una mujer de unos 60 años se acercó y saludó efusivamente.
- Benjamin, ¡que alegría verte! ¿Y quien es ella? ¿Por fin has encontrado a tu chica ideal?
- Buenas tardes Malva - rió - es solo una amiga- dijo mirando a Alice.
- ¿Que queréis tomar? -dijo la mujer colocandose correctamente el pequeño delantal blanco.
- Yo un té - dijo rápidamente Ben - ¿y tu?
- Otro - contestó Alice.
- Y.. Malva, ¿puedes acercarme el periódico? - pidió Ben.
Encima de la mesa de al lado había un periódico, Malva lo cogió y dijo:
- ¿Os habéis enterado ya de lo de esa chica que usaba gotas para los ojos para envenenar a sus parejas?

Malva dejó el periódico sobre la mesa de Alice y Ben. Alice compezó a hiperventilar. Junto al titular 'Mataba a sus víctimas con gotas oftalmológicas diluidas en bebidas alcoholicas' había una fotografía en blanco y negro de una chica rubia. Era Lorette.

Lluvia de Invierno. Capitulo 6.

- Parece mentira las cosas que se guardan en solo 2 años.
- Si, verdad? Tampoco es que me llevara tantas cosas de la mansión.
- Con los libros que te compras al mes es normal que tengas las estanterias llenas jajaja - dijo riendo Layla.

La visita de Alice a la mansión Dawson le había recordado antiguas sensaciones y había decidido volver a vivir allí, así que puso el pequeño piso en venta.

- Alice ¿Piensas a llevartelo todo allí?
- No, los muebles los dejo, supongo que así será mas fácil de vender.
- ¿Quieres que me encargue yo del piso? Tengo una amiga que trabaja en una inmobiliaria, la conocí en aquel concurso de fotografía.
- Si, la recuerdo, Joanna Miller. Claro, me parece bien, quiero deshacerme rápido de el.
- Esta caja es de las cosas que se dejó Charles - dijo Layla señalando una caja de cartón - Mmm, por eso vendes el piso, te recuerda a él.
Layla no lo estaba preguntando, era una afirmación, conocía demasiado a su hermana.
Y tenia razón, cada vez que Alice entraba en el salón miraba inconscientemente la silla donde Charles se solía sentar.
Ahora, de vuelta a la mansión Dawson, no relacionaría objetos con él y sería más fácil olvidarlo.

Nunca había contado a nadie como se habían conocido. Fue amor a primera vista. Siempre recordaba aquel dia como uno de los mejores de su vida, aunque ahora ya no sabia si debía recordarlo asi.

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Alice había salido de la mansión con prisa, había quedado con el que le iba a vender el piso, un tal Hamill. Y llegaba tarde.
Nerviosa y apresurada tropezó con un chico rubio que estaba cerrando el maletero de su coche.
Se disculpó rápidamente por su torpeza y siguió caminando todo lo rápido que podía.
- Espera, espera ¿Puedo ayudarte? -Dijo el chico rubio unos metros detrás de Alice.
Sin saber como, Alice se encontraba subida al coche de aquel guapo desconocido. Su voz le parecia familiar. Ahora le veía de cerca, tenia los ojos azules, tenían un brillo especial y su sonrisa perfecta.
Sin conocerla de nada él se había ofrecido a llevarla donde Alice le iba indicando.
Cuando llegaron, Alice pensó que no le volvería a ver más, pero él interrumpió sus pensamientos diciendo algo que ninguno esperaba.
- Que casualidad, yo también tengo una cita en esta calle jaja, puedo saber tu nombre?
- Alice - respondió - Alice Dawson.
- ¿Dawson? Jajaja, vamos, creo que querrás ver el piso antes de comprarlo.

Así es, Charles Hamill era el dueño del piso.
Tuvieron una larga charla, y después de ver la casa, él la invitó a cenar a un restaurante cercano.

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Layla llamó a la inmobiliaria, habló con su amiga y esta acordó llamarla si había novedades respecto a la venta del piso.

La semana transcurrió con normalidad, Alice no había vuelto a ver a Charles en ningún sitio raro, y la verdad es que apenas había pensado en él.
Layla la llamó por la mañana para decirle que su amiga Joanna habia encontrado un posible comprador y le venia bien ver el piso esa tarde, pero que ella no podia ir, tenia que hacer unas fotos para una revista.

Alice aceptó ir, al fin y al cabo el piso era suyo, y era ella quien debía venderlo.

Comió, se vistió, se puso el abrigo negro, se peinó el pelo con los dedos como siempre hacia y lo echó todo para un lado.

Cuando llegó al piso, Joanna estaba esperandola en el soportal.
- Hola, buenas tardes, soy Alice Dawson.
- Lo se, eres igual a tu hermana - dijo Joanna con una sonrisa - el comprador tiene que estar al llegar.

Pocos segundos después, un coche aparcó ante ellas, se abrió la puerta y un chico moreno las saludó alegremente.
Llevaba gafas de sol, debía rondar los 25 años.
- Hola, me llamo Ben -dijo el chico con una melodiosa voz.
El corazón de Alice comenzó a latir más rápido. Ben se quitó las gafas de sol y la miró sonriente. De pronto, como si alguien hubiera borrado todas sus penas Alice esbozó una pequeña sonrisa y se ruborizó.